Los terapeutas han estado utilizando títeres durante décadas para ayudar a los niños a descubrir y procesar sus sentimientos. Pero Borbolla, quien ha estado trabajando con niños durante 30 años, ha llevado este tipo de trabajo un paso más allá, reuniendo elementos que no se habían combinado antes.

Para empezar, los niños interactúan con los personajes (o ciber-títeres) en una habitación sin la presencia de adultos (los terapeutas los monitorean con cámaras). Los personajes también tienen atributos e historias diseñadas tanto para establecer una relación como para facilitar que los niños proyecten sus sentimientos en ellos.

Debido a que provienen de un planeta diferente a la Tierra (aunque puedan tener aspectos similares), pueden formular preguntas ingenuas de manera creíble, como "¿Qué es una familia?" o "¿Qué es una escuela?" que pueden generar respuestas reveladoras. Al igual que muchos niños, prefieren no interactuar con adultos. Borbolla comenta: "Los niños se sienten atraídos por ese tipo de complicidad"